Acoger al forastero

Acoger al forastero

PAULA DEPALMA.– Hemos planteado en los post anteriores la radicalidad y excentricidad que encierran las obras de misericordia ya sea en general o en alguna una de ellas (dar de comer al hambriento). Señalamos ahora la radicalidad y exigencia de acoger al forastero.

Esta obra resulta hoy de mucha actualidad, dado el imparable flujo migratorio que va acompañado de exilios religiosos, espirituales, afectivos… y que exige replantearse personal y comunitariamente formas posibles de acogida.

Esta acogida no es fácil y no se da sin tensiones, y ahí se ve su radicalidad y exigencia. Como afirma José Laguna, “en nuestros días, la acogida misericordiosa se torna conflictiva cuando se desafían las leyes de extranjería y la hospitalidad se convierte en un acto de disidencia. Cuando las puertas abiertas de casas particulares plantan cara a fronteras plagadas de cuchillas asesinas, se está ejerciendo la misericordia conflictiva de Jesús”.

El papa Francisco asumió este desafío tanto teórica como prácticamente. En La alegría del Evangelio hace referencia a la urgente necesidad de acogida a los migrantes desde una concepción de Iglesia sin fronteras.

"Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!". (EG 210)

En su pontificado, el papa Francisco se ha referido a múltiples casos de exclusión por pobreza y migración. Por ejemplo, en la EG hace mención concreta a los inmigrantes del Islam, a quienes propone acoger con afecto y respeto:

"Los cristianos deberíamos acoger con afecto y respeto a los inmigrantes del Islam que llegan a nuestros países, del mismo modo que esperamos y rogamos ser acogidos y respetados en los países de tradición islámica. (…) Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia". (EG 253)

En la práctica, su primer viaje como pontífice fue a la isla de Lampedusa en julio 2013, en el que se enfrentó al drama de la migración. En abril de este año, su viaje a la isla de Lesbos tenía el objetivo de “llamar la atención del mundo ante la crisis humanitaria”, y su encuentro con los refugiados confirma esta opción por quienes están en situación límite. Su acción fue un llamamiento a la responsabilidad y solidaridad internacional.

Ante los distintos tipos de migración y de exilio (espiritual, económico, social…), la Iglesia sigue ofreciendo la acogida y la hospitalidad sumadas a un llamamiento por la responsabilidad global. Es una prioridad y la consecuencia de poder anunciar la alegría del Evangelio.

 

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